El Musikverein: El edificio del Concierto de Año Nuevo de Viena

En el Musikverein se encuentra la elegante sala en la que, cada año, tiene lugar el acontecimiento más esperado del calendario de conciertos de música clásica: la Sala Dorada. En ella, cada primero de enero la Orquesta Filarmónica de Viena interpreta un repertorio único, cuidadosamente escogido, bajo la batuta del director escogido por los mismos músicos que la forman. Durante los más de 83 años de historia, la Sala Dorada del Musikverein ha visto desfilar por el atrio a algunos de los más renombrados directores, todos ellos con una proyección a nivel mundial. Así, batutas como las de Herbert von Karajan, Daniel Barenboim, o Claudio Abbado han aceptado el reto de dirigir el concierto más visto del mundo.

El Wiener Musikverein

Historia del Musikverein

El edificio fue inaugurado en 1870, tras más de tres años de construcción. Desde el momento de su inauguración, el Musikverein llamó la atención de los vieneses, recibiendo una excelente acogida. Como muchos de los edificios de la nueva Viena, contó con el apoyo del emperador Francisco José de Habsburgo, quien impulsó la construcción de la Ringstrasse, haciendo de esta avenida uno de los ejes de la política urbanística de la nueva capital.

El emperador donó un espacio situado frente a la Karlskirche, destinado a sustituir al antiguo edificio de la academia musical Gesellschaft der Musikfreunde.
Los arquitectos seleccionados para presentar sus propuestas para uno de los edificios más destacados de la Ringstrasse, presentaron sus proyectos, resultando ganador el de Theophil Hansen. Este arquitecto apostó por un diseño inspirado en la antigüedad clásica, influido por su educación en la ciudad de Atenas. Esta aportación helenística también se aprecia en la decoración de los interiores, con las columnas jónicas o las musas que adornan la Sala Dorad, o el techo del Brahms-Saal.

Las salas del Musikverein

El Musikverein es un edificio complejo. Además de la Sala Dorada, en el edificio hay lugar para otras salas de conciertos, tales como la sala para música de cámara (conocida como la Brahms-Saal desde 1937), cuyo aforo es de unas 600 personas. O la Gottfried von Einem Saal, una sala auxiliar de la anterior. En pisos inferiores el Musikverein acoge otras cuatro salas de menor tamaño (los aforos oscilan entre las 70 y las 380 plazas), espacios idóneos para eventos de formato más reducido, como recitales, conferencias o presentaciones.

Las instituciones alojadas en el Musikverein

Desde los inicios de este centro cultural, el Musikverein acogió una de las escuelas musicales más importantes del mundo, la Academia de Música de la Gesellschaft der Musikfreunde. Fueron alumnos de ella compositores como Gustav Mahler, y profesores como Anton Bruckner.

También se encuentra la biblioteca de esta academia, que reúne una de las principales colecciones del mundo con manuscritos de músicos que han pasado por la capital austríaca: Mozart, Haydn, Mahler, los Strauss (padre e hijo), o Beethoven dejaron al recaudo de la biblioteca de la Gesellschaft der Musikfreunde muchas de sus obras originales o primeras ediciones de ellas.

Otras instituciones son la editorial musical Universal Edition, el fabricante de pianos Bösendorfer o la Sociedad Coral Masculina de Viena.

La decoración de la Sala Dorada

Cuando los visitantes entran en la Sala Dorada, la impresión que reciben es la de una estructura impecablemente construida y de enorme belleza. La perfección de la acústica se percibe desde que uno camina por el pasillo central hacia su asiento. Las conversaciones de otras personas o el sonido de sus pasos se amortiguan de una manera que llama la atención. No en vano está entre las tres salas con mejor acústica del mundo, junto con el Symphony Hall de Boston, y el Concertgebouw de Ámsterdam.

En el siguiente vídeo se aprecian algunas de las técnicas utilizadas en la construcción, para lograr esta inmejorable sonoridad de la Sala Dorada:

La sala tiene 48,80 m de longitud, 19,10 m de anchura y 17,75 m de altura. Su aforo es de 1744 asientos y unas 300 plazas de pie.
Desde el mismo día de su inauguración, la prensa dispensó una inmejorable acogida a este templo de la música. Entre muchos otros comentarios, publicados en los periódicos de la época, citaremos el siguiente: "Por muy altas que sean las expectativas, fueron superadas por la primera impresión de la sala, que es única en términos de belleza arquitectónica y esplendor elegante".

En el techo pueden contemplarse las bellas pinturas del artista August Eisenmenger. En él se representan las nueve musas con Apolo al frente, contrastando con el dorado que impera en toda la sala y que terminaría por poner el nombre con el que la conocemos.
Al sentarse en el asiento uno puede recorrer con la vista las bellísimas esculturas blancas que descansan sobre los las puertas de los balcones y sobre el órgano, así como las cariátides de la planta baja, de Franz Melnitzky, todas ellas inspiradas en las que se encontraban en la Acrópolis de Atenas.